Guerra. Historias de Ucrania

Los ucranianos cuentan cómo viven durante la guerra

”Con esta guerra, me di cuenta de que Dios realmente se ríe de nuestros planes” Natalia Nagaievska, 23 años, Bar – Vyshgorod (región de Kiev)

por | 7 marzo 2022 | Guerra. Historias de Ucrania, Kyiv region

Natalia (Nata) Nagaievska tiene 23 años. Es manager de proyectos de arte, crítica y cosupervisora de la galería “Garaje-33”. Creció en una pequeña ciudad histórica de la región de Vínnytsia, llamada Bar. Trabaja en Kyiv con la escultora María Kulikovska, que se mudó allá después de la ocupación de Crimea.

Por la tarde del 23 de febrero Natalia vino de Vínnytsia a Kyiv para asistir a un encuentro de escultores famosos. A principios de abril la chica gestionará una exposición con la participación de la Asociación de escultores. A las 11 de la mañana, en la galería “Mytets” (“Artista”) en la plaza León Tolstói sus colegas iban a discutir el concepto. Ver si el local era conveniente para el evento. Reflexionar sobre cómo llevar las ideas a la práctica.

Al cabo de unas horas estalló la guerra.

“Me desperté sobre las cuatro y media por las explosiones en Brovarý. Aquí, en la ciudad de Výshgorod, todo el cielo estaba rojo. A las 8 de la mañana me llamó el escultor Petró Gronskyi. Dijo que, obviamente, la reunión se cancelaba y se posponía por tiempo indefinido. Nos deseamos mucha fuerza, y también gloria a Ucrania”.

 

En los primeros instantes las emociones se desbordaban.

“Primero, desorientación. No sabíamos de dónde venía el sonido de los bombardeos, si era de cerca o no. No sabíamos qué hacer ni adónde correr. Luego, miedo, intentos de contener las lágrimas, confusión y lenguaje ofensivo. La concentración, determinación en la toma de decisiones y capacidad de controlar emociones llegaron con tiempo. Y siguen llegando”.

Nata se alojó en casa de la familia de su tío materno, en la ciudad de Výshgorod. El trabajo “en su frente” le ayuda salvarse de la oscura realidad: ella asiste a María Kulikovska en iniciativas de apoyo a los artistas ucranianos y galerías; además, ha intentado escribir su diario.

“La tranquilidad de Výshgorod asusta. En todo ese tiempo las alarmas sonaron solamente dos veces. Por la noche, en muchas ventanas se puede ver la luz, el indicio de que hay personas dentro. La gente está tranquila, los coches siguen circulando. En los primeros dos días y especialmente hoy se han oído explosiones: por donde quedan Bucha, Hostómel e Irpín. El acceso a Kyiv es muy complicado, porque por delante no cesan los combates”.

En una semana de la invasión rusa, la chica empezó a tenerles miedo a los cuervos, por su semejanza a las bombas. Se le agudizó el oído. Empezó a notar cada susurro, ladrido, golpeo y el sonido de los pasos. “Me he dado cuenta de por qué desde el 2014 se ha pedido no lanzar los fuegos artificiales. Pues entiendo que cuando todo esto termine, no podré vivir en un mundo donde suenen disparos. Todos los sentimientos y ansiedades se han agudizado. Sin embargo, la esperanza no se pierde”.

En los primeros dos días no hubo posibilidad de salir de Výshgorod. Natasha no quería quedarse atrapada en los larguísimos atascos en las carreteras. Ahora está esperando un coche de Vínnytsia para volver a casa. Se muere de ganas de ver a su familia, y no tiene pensado ir al extranjero,  a pesar de varias invitaciones. El transporte no puede recogerla desde hace dos días.

“Esta guerra me ha dado a entender que Dios realmente se ríe de nuestros planes. Estoy pensando en levantar el espíritu ucraniano y el arte una vez que todo se tranquilice, por lo menos un poco. Es lo que puedo hacer yo. Me he replanteado muchas cosas y me he dado cuenta de cuánto quiero a la gente cercana y hasta qué punto quiero que nuestra cultura se desarrolle después de poner fin a la guerra. Creo que Europa nos abrirá algunos caminos. De hecho, ya se está interesando por nosotros. Y vamos a aprovechar esta oportunidad”. 

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