Guerra. Historias de Ucrania

Los ucranianos cuentan cómo viven durante la guerra

«Los militares rusos violan a las mujeres dejando los cadáveres en los basureros. Ellos abren los sótanos donde la gente se esconde y la fusilan», Anastasia Tarán, 30 años, Irpín ‒ Lviv

por | 18 marzo 2022 | Guerra. Historias de Ucrania, Irpin

 

«Irpín es un infierno. Allí hay muchos militares rusos quienes simplemente fusilan a la gente, entran en las casas privadas y en el mejor de los casos simplemente echan a los habitantes a la calle. «Ellos violan a las mujeres dejando los cadáveres en los basureros. Abren los sótanos donde la gente se esconde y la fusilan», Hasta hace poco Anastasia Tarán, 30 años, trabajaba de camarera y ahora escribe en Instagram dando consejos sobre cómo salir de una ciudad ocupada por el enemigo.

«Antes de llegar al puente hay nuestro puesto de control, hay que tener cuidado porque se encuentra bajo el fuego. Fuimos bombardeados por morteros, hubo explosiones a 50 – 100 metros de nosotros. Hay que estar atentos a las órdenes de nuestros militares: cuando gritan «¡Cielo!» hay que esconderse, y si gritan «¡Corran!», hay que correr hacia el próximo refugio».

Anastasia es de Energodar, los últimos cuatro años vivieron en Irpín. Fue allí donde los sorprendió la guerra. La mujer y su esposo vivieron una semana sin comunicación, internet, electricidad, calefacción ni agua corriente en la ciudad ocupada por los rusos. «En nuestro edificio vivía un joven de Luhansk, él ya había sobrevivido algo semejante. Él reunió a todos los vecinos que quedaban y dijo que la situación sólo podía empeorarse. Había que irse. Nos pusimos en marcha por nuestra propia cuenta y riesgo. Todos cogieron que pudieron y nosotros teníamos sólo documentos y gatos.

Anastasia recuerda que metieron a dos gatos en una transportadora y al tercero, en una mochila. También el matrimonio se llevó los documentos de la vivienda, de los gatos y los pasaportes. Ningún vecino conocía la situación ni sabía dónde se encontraban los puestos de control, pero arriesgamos a irse. Tuvieron suerte y lograron salir. Mucha gente de Irpín no pudo.

Ahora ella, su esposo y los tres gatos están en Lviv.

«Ya me siento más tranquila, pero la ansiedad se queda. El silencio da miedo, porque de él siempre esperas alguna trampa. Todavía temo salir a la calle: mis ojos siempre están buscando algún refugio».

La joven dice que su mayor miedo es no poder regresar a casa. El único sueño que tiene es la victoria de Ucrania.

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