Guerra. Historias de Ucrania

Los ucranianos cuentan cómo viven durante la guerra

«Para preparar la comida teníamos que derretir la nieve. Cortábamos tuberías en el sótano para drenar el agua» – Olga, 30 años, Mariupol – Berdyansk

por | 22 marzo 2022 | Berdiansk, Mariupol

Illustrated by Tanya Guschina

  «Todos los días nos estaban bombardeando sin parar. Vivíamos todos sin electricidad, calefacción ni gas… Al tercer día sin electricidad (el 2 de marzo) saquearon todos los comercios. Para preparar la comida derretíamos la nieve. También cortábamos las tuberías del sótano para poder drenar el agua y usarla. Los hombres estaban recogiendo la nieve del tejado del edificio para usarla en los inodoros. Mientras algún vecino aún tenía cereales, los cocinábamos en la hoguera hecha en el mismo patio. También preparábamos una especie de pan mientras había levadura. No nos duchábamos ni nos lavábamos el pelo durante varias semanas», cuenta Olga, de 30 años. Ella es de Mariupol.

  Como para muchos ciudadanos de Mariupol, para ella la guerra comenzó el 24 de febrero con un bombardeo. A las pocas horas, recibió un mensaje de la guardería a la que iba Polinka, su hija de tres años, confirmando el cierre de la misma. Y luego empezó un infierno. Estamos hablando con Olga el 22 de marzo en Berdyansk (la ciudad lleva 3 semanas ocupada por los rusos – nota de red.). El nombre de la protagonista ha sido cambiado por razones de seguridad.

  Durante dos semanas Olga, su marido y su hija permanecían en el pasillo de su piso en Mariupol, dormían con las chaquetas puestas, porque fuera hacía 10 grados bajo cero y dentro, 7 grados bajo cero. Cocinaban la comida en la hoguera en el patio, pero los alimentos ya escaseaban. Las madres de bebés que comían de biberón no podían amamantar a los peques, porque no había nada de leche maternizada.

  Mientras se preparaban para acostarse el 9 de marzo, los proyectiles volaron por debajo de la casa, al lado de las tiendas y el banco. Luego empezó el bombardeo, las paredes temblaban. Para Olga ese fue el peor momento de la guerra.  Su apartamento fue destruido completamente. La familia sobrevivió. A partir de allí durante una jornada vivieron en el sótano, pasando frío y humedad. Luego decidieron ir a casa de sus padres. Caminaron con su niña pequeña en brazos, corriendo de esquina a esquina bajo el fuego de lanzacohetes múltiples «Grad».

  Los padres de Olga llevaban una semana viviendo en el sótano. Olga, su marido y su hija se quedaron con ellos por algún tiempo y luego decidieron ir a casa de sus amigos, cuyo apartamento, como pensaban, seguía intacto todavía. Los padres decidieron quedarse.

«Mi marido en bicicleta recorrió la ciudad durante una hora bajo los disparos para ver si nuestros amigos estaban vivos», dice Olga. Pero su piso también estaba destrozado. Cadáveres y partes de cuerpos humanos estaban por todos lados. Resultó que su amigo en cuyo portal cayó una bomba ya se había ido con su familia. Había tres cuerpos de los fallecidos tumbados en el patio. Oleksiy, el marido de Olga, ayudó a los vecinos a cavar las tumbas en el parque cerca del edificio y enterrar a los difuntos.

  Luego, el matrimonio y su hija fueron andando a un pueblo cerca de Mariupol, donde tenían unos familiares. El siguiente hogar de acogida fue la vivienda de los amigos en Berdyansk, donde la familia llegó el 19 de marzo.

  La familia de Olga no pudo enterarse de las rutas de los autobuses de evacuación humanitaria para los civiles, porque no había conexión. «Colgamos lazos blancos en los coches, escribimos “Niños” en un papel y nos fuimos bajo nuestro propio riesgo», recuerda la mujer. Iban en un convoy de coches, tardaron seis horas en llegar de Mariupol a Berdyansk.

  En Berdyansk, el matrimonio va todos los días a la escuela más cercana, donde se encuentra uno de los puntos de acogida de refugiados. Allí uno puede coger algo de la ropa reunida por los ciudadanos y apuntarse a la cola para recibir una comida caliente. En total, durante los primeros días de la evacuación (desde el 17 de marzo), solo según datos públicos, Berdyansk recibió más de 6.000 residentes de Mariupol. Los refugiados viven en apartamentos, sanatorios, hotel central e iglesias.

«La guerra nos ha dejado sin hogar. Es como tener todo y en un instante ya no tienes nada. Cuando la niña pide de comer cada media hora, pero piensas – darle pan o no, porque hay poco y mañana no sabes si vas a tenerlo – dice Olga. – Una niña de tres años no entiende por qué está en un sótano oscuro y no puede salir a jugar como siempre. Es como un infierno sin salida».

  Su marido Oleksiy añade: «Yo era el jefe del departamento de una empresa y teníamos de todo: un piso en el centro de la ciudad, un buen salario, acabamos la obra en casa y teníamos grandes planes para el futuro. Ahora no hay ningún plan. Llegamos a Berdyansk y no tenemos a dónde ir, no tenemos nada. Aunque no, tenemos la vida, y esto es lo más importante».

La fecha de la entrevista es 22 de marzo de 2022.

Traducción: Veronika Haidaienko

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