Guerra. Historias de Ucrania

Los ucranianos cuentan cómo viven durante la guerra

«Hubo cuerpos y fragmentos de cuerpos humanos esparcidos por la ciudad, y gente fusilada en automóviles. Tuvimos suerte», Uliana Pcholkina, 38 años, figura pública, presentadora de televisión, campeona mundial de Para-Karate, ciudad de Bucha

por | 17 marzo 2022 | Bucha, Guerra. Historias de Ucrania

Illustrated by Tanya Guschina

«Estaba conduciendo. Un soldado ruso me ordenó groseramente: «¡Sal!» Le contesté: «¡No puedo!», y señalé con la mano la silla de ruedas en el coche, — Uliana Pcholkina recuerda cómo a principios de marzo ella, su esposo y vecinos salieron de Bucha donde ya habían comenzado las hostilidades. — Hubo cuerpos y fragmentos de cuerpos humanos esparcidos por la ciudad, y gente fusilada en automóviles. Todos ellos eran civiles que solo estaban tratando de salir a un lugar seguro. Muchos cuerpos fueron recogidos y enterrados por los vecinos en una fosa común cerca de la iglesia, pero muchos aún permanecían en las calles de Bucha. Tuvimos la suerte de unirnos a una columna tan grande y sobrevivir. Solo tuvimos suerte».

Uliana Pcholkina, de 38 años, es una figura pública, presentadora de televisión, campeona mundial de Para—Karate, líder y miembro de la junta directiva de la ONG «Grupo de Rehabilitación Activa», que atiende a personas que han sufrido lesiones de la médula espinal y usan una silla de ruedas. Hace diecisiete años, Uliana sufrió una lesión en la médula espinal, y desde entonces lleva moviéndose en una silla de ruedas. Su esposo Vitalii también tiene una invalidez. 

«Cuando empezaron a hablar de una guerra a gran escala, escribí a todos los involucrados con las personas con invalidez. Pregunté: ¿qué vamos a hacer? Pero nadie lo sabía con certeza. Recuerdo el comienzo de la guerra en Donbas en 2014: la gente con problemas de oído moría porque no oía sirenas, porque la sirena también debe ser acompañada con señales de luz. Los decumbentes morían en sus apartamentos. Recuerdo cómo las personas en sillas de ruedas no tenían dónde esconderse y cómo no dejaban refugiarse a las personas con trastornos mentales. Durante los ocho años de la guerra, no obtuvimos ni un solo plan para evacuar a las personas con incapacidad, por lo que todos estaban confundidos…»

Uliana y Vitalii se mudaron a su propia vivienda en Bucha en 2015. Vivían en el centro de la ciudad, en un apartamento en la planta baja, el cual adaptaron para que sea lo más inclusivo y cómodo posible. El 24 de febrero, la pareja fue despertada por explosiones: los rusos bombardearon el aeródromo de Gostómel a pocos kilómetros de distancia. Desde entonces, desde la primera explosión, los bombardeos y tiroteos no han cesado. 

«Estaba en el balcón cuando pasaron los primeros helicópteros rusos. Los atacantes volaban sobre mi cabeza», recuerda Uliana el primer día de la invasión rusa a plena escala a Ucrania.

Junto con su esposo, decidieron quedarse en casa. Se escondían en el baño, porque las escaleras que conducían al sótano eran estrechas y sinuosas, las personas en sillas de ruedas no podían usarlas. «La primera noche dormimos sentados en el baño, para una persona lesionada es un infierno. Entonces decidimos que dormiríamos en la cama, sea lo que sea. Dormíamos vestidos. Nos despertábamos temprano y durante el día dormí en el baño, poniendo una almohada sobre el lavabo, recuerda Uliana. —  Nuestro edificio está junto a la carretera de Varsovia. El 27 de febrero, un tanque ruso disparó contra él: el proyectil dio al apartamento de un vecino en el cuarto piso, lo destruyó e incendió. Nuestro balcón no tenía vidrios, así que desde allí escuchamos el tiroteo. Oímos balas chocando contra la pared. Desde nuestro balcón escuchamos a alguien gemir que estaba herido».

En los primeros días, cortaron el gas, la calefacción, y luego la electricidad. Uliana dice que ella y su esposo sobrevivieron sólo gracias a la atención y el cuidado de los vecinos. «Todos éramos un equipo, y eso nos salvó. Ninguno de los dos no podía ir a buscar agua, ni penetrar en la tienda de comestibles bombardeada, ni conseguir gasolina. Simplemente nos habríamos muerto de hambre, explica.

A principios de marzo, Uliana y Vitalii lograron salir de Bucha.  «Se anunció que habría una evacuación, pero los rusos no permitieron que los autobuses de evacuación entraran a la ciudad. Y luego alguien en nuestra multitud gritó: “¡Vamos!”. ¿Cómo logramos pasar? Hubo cientos de coches: los militares rusos simplemente no esperaban eso, a algunos los cachearon, a otros, no, porque la columna era muy grande», — dice Uliana.

La pareja se separó: Vitalii subió a un minibús con otros vecinos, y Uliana invitó a su coche a una muchacha con un perro y a un vecino.

«Había rusos por todas partes de la ciudad, tiroteos, explosiones y ráfagas de ametralladoras se escuchaban por todas partes. Nosotros formamos una columna para salir de nuestro patio. Y en ese momento, algún equipo ruso pesado, ya sea un tanque o un vehículo blindado de transporte de personal, no entiendo de eso, disparó contra el edificio de cinco pisos frente a nosotros. Los rusos pasaban delante de nosotros y nos apuntaban. Levanté las manos y así permanecí en el coche. No soy una persona religiosa, pero durante esta guerra he comenzado a rezar. Tenía miedo por la gente que me rodeaba, por mi esposo. Nos apuntaron, pero, afortunadamente, no dispararon, recuerda Uliana. — En numerosos puntos de control, los rusos registraban nuestros coches: buscaban grabadores de video, revisaban videos y fotos en teléfonos — yo había borrado todo antes de irnos. Buscaban armas. Salimos de Bucha cuando ya estaba oscureciendo, y nos dirigimos a Fástiv. Íbamos a través de los suburbios, pueblos, a través del campo minado. Mi cuerpo estaba muy tenso, me relajé solo al tercer día de mi estancia en Lviv».

Uliana explica que las personas con discapacidad corren un mayor riesgo durante la guerra, ya que a menudo no tienen la oportunidad de bajarse a un refugio, conseguir comida o ser evacuadas en la primera oportunidad. «Perdóneme, pero, por ejemplo, durante el viaje no es posible exonerar el vientre en algún lugar debajo de un puente o en el campo. O en un apartamento donde es simplemente imposible ir al baño en silla de ruedas».

«Ha sido muy difícil despedirme de la casa. Pero todo es recuperable. Ahora lo principal es sobrevivir y mantener la mentalidad estable. Todo lo demás vendrá más tarde, después de nuestra victoria».

 Recordado el 17 de marzo de 2022

Traducción: Oleksiy Pelypenko

Más historias