Guerra. Historias de Ucrania

Los ucranianos cuentan cómo viven durante la guerra

“Una cosa más que teme, es empezar a recibir mensajes sobre la muerte de sus colegas, conocidos y amigos”, Iryna Zemlianá, 34, Kyiv

por | 7 marzo 2022 | Guerra. Historias de Ucrania, Kyiv, Kyiv, Kyiv

 

Iryna Zemlianá tiene 34 años, es experta en los medios de comunicación y entrenadora de seguridad para los periodistas. Dice que no tiene ni idea de cómo explicar qué es lo que se siente cuando el conocimiento que ella antes compartía con los demás en los talleres de seguridad y a lo que preparaba a los periodistas, empezó a ocurrir en realidad.

Iryna es de la región de Poltava, pero reside en Kyiv y el 24 de febrero estaba allí. La mochila de emergencia, la había hecho un mes antes, según la lista elaborada por ella misma y compartida con otros periodistas en sus talleres. La segunda mochila, con objetos personales y un pequeño paquete con etiquetas para los regalos de Navidad, utilizadas por su madre, los preparó por la noche del día 23. Este último paquete, Iryna no lo ha abierto hasta ahora.

Cuenta que en la última semana, anterior a la invasión, le costaba conciliar el sueño por las noticias y la espera. Sin embargo, por la mañana del 23 de febrero por fin pudo dormir lo suficiente. Incluso cocinó los panqueques para desayunar (algo que no había hecho nunca antes), fue a la oficina y almorzó en un local del centro de la ciudad: “Sabía que era por última vez”. En la noche del 24 de febrero no consiguió dormirse – recibió la información de que a las 4 de la mañana empezarían a bombardear Kyiv. Oyó las primeras explosiones y entendió que había estallado una guerra. Se quedó tumbada en la cama por unos minutos más y solo después despertó a su amigo. Confiesa que se permitió tener 7 minutos más de paz. 

Durante la primera media hora estuvo en Kyiv. Después junto a su amiga se dirigió hacia la frontera. Quedarse en Ucrania Iryna no podía por una real y obvia amenaza a su vida: la habían incluido en la lista de personas que serían eliminadas una vez capturadas. 40 horas de camino a Lviv más 2 días en la frontera con Polonia. Casi sin haber dormido.

“Por primera vez me llamé a mí misma una refugiada y acto seguido, rompí a llorar”,- comenta Iryna.

Vegetariana, que por primera vez en los últimos 8 años estaba comiendo caldo de pollo. Dice que la gente que daba de comer a las personas atrapadas en sus coches en los atascos, simplemente impresionaba.

Ahora está en Varsovia. “Llevo 3 días aquí. Cuento los días según las manifestaciones, porque es donde intervengo ante el público”. Vive en casa de la representante de “Reporteros sin fronteras”, donde ahora se alojan los que salieron de Ucrania. Su ocupación principal ahora es conseguir botiquines, chalecos antibalas y otros medios de protección para los periodistas que siguen ejerciendo su oficio en Ucrania. Ahora es un problema aportarles una protección adecuada, ya que en Europa es muy problemático comprar chalecos y otra munición para la gente civil. Por eso los periodistas a menudo se ven obligados a trabajar prácticamente desprotegidos. Antes de que estallara la guerra, la organización de Iryna había tenido 5 chalecos antibalas para los periodistas. Ahora, gracias al esfuerzo de Iryna y de sus colegas, ya hay 6 y el séptimo está a punto de llegar. Solo para comparar: durante el Euromaidán (la Revolución de la Dignidad) y a principios del 2014 había más de 40.

Ahora Iryna está ocupada al máximo – es una manera de ayudar a los demás y a sí misma: la participación en manifestaciones, la logística y el envío de los medios de protección a Ucrania; además, contactos con la gente de todo el mundo, que quiere ayudar a los ucranianos y con el gobierno, porque comprar los chalecos antibalas y mandarlos al extranjero, no es tan fácil. “Tengo miedo a pararme”, – confiesa ella. Una cosa más que teme, es empezar a recibir mensajes sobre la muerte de sus colegas, conocidos y amigos.

“Cada mañana hago en el Facebook una publicación de que Kyiv ha resistido. Hoy no me ha dado tiempo, porque tenía mucha prisa y me han escrito preguntando si todo está bien, porque se preocupan mucho por Kyiv. Me ha sorprendido el que unas publicaciones así sean importantes para la gente,”- dice Iryna. Soñar con algo en esa realidad no es nada fácil, pero ella sueña con volver a casa. Como también sueña con que las plantas de su apartamento de Kyiv no se hayan secado.    

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