Tarás cumplirá 23 dentro de un día. Hace una semana empezó la segunda guerra para él.

En el año 2014 era un adolescente, estudiaba en un colegio en Donetsk, veía anime y leía novelas de fantasía. Tras el llamado “referéndum por la independencia de la República Popular de Donetsk” y el inicio de las hostilidades, tuvo que abandonar su ciudad natal.

«La mayor tragedia de la guerra para mí fue tener que abandonar mi ciudad sin despedirme de ella debidamente. Pensaba que volveríamos a Donetsk pronto», – dice. Al principio, los padres de Taras le dijeron que solo irían a visitar a su familia en la región de Vinnytsia. Pero nunca han vuelto a casa. Al final, Taras se vió instalarse en Zhytomyr.

Hace una semana, el 24 de febrero, lo volvió a despertar una explosión, en una ciudad hasta ese momento tranquila y lejos de la frontera con el país invasor. Al principio, pensó que cerca había detonado una granada. Pero luego cogió el móvil y empezó a navegar por las redes como siempre. Resultó que Putin había iniciado una guerra a gran escala.

«Quizás no creía en la invasión. Cuando los rusos ya habían traído sus tropas a nuestra frontera, todos queríamos pensar que era sólo para intimidarnos. Era difícil creer que tu país realmente pudiera ser atacado de esa manera».

El primer día no pudo comer nada. Estaba llamando a todos sus conocidos preguntando cómo estaban. No entraba en pánico, pero tampoco podía detener el temblor y la tensión en su cuerpo. La presión y el pulso excedían los valores normales.

Por un momento pensó en irse de la ciudad: sus familiares de Lviv se ofrecieron para acogerlo y luego, tal vez, ir a Polonia. No obstante, vio a las personas a su alrededor unirse ante la amenaza. Algunos ingresaron a la defensa territorial, y otros se hicieron voluntarios.

«Esto inspira. Entiendes que incluso por muy poco que hagas y mueras, morirás como un hombre de una nación de héroes.”

Tarás es miembro de la Liga Liberal Democrática de Ucrania, una organización que cuenta con contrapartes en muchos países de Europa. Desde el comienzo de la guerra, han intentado convencer a sus socios de la necesidad de presionar a sus gobiernos para que impusieran las sanciones más duras contra el país agresor.

El joven también contribuye en la ciudad: en particular, construye barricadas para evitar que las fuerzas invasoras lleguen a la capital ucraniana a través de Zhytomyr.

Taras dice que la guerra lo ha puesto todo en su sitio. «Sinceramente, antes me gustaban otras naciones. Pensaba que eran mejores que nosotros. Pero ahora estoy orgulloso de ser ucraniano».