Guerra. Historias de Ucrania

Los ucranianos cuentan cómo viven durante la guerra

«Ni siquiera necesito un despertador. De todos modos me despierto muy temprano de los disparos», Sofía Zolochevska, 27 años, Kharkiv

por | 5 marzo 2022 | Guerra. Historias de Ucrania

 

Sofia Zolochevska tiene 26 años. Es traductora y profesora de polaco en Kharkiv. Antes de la guerra, al leer las noticias amenazantes, pensó en irse de Kharkiv, pero su marido no la apoyó: «En primer lugar, él es optimista y en segundo, tiene muchos familiares aquí». Ellos tampoco quieren irse. Sofía lo entiende: irse significa dejar no solo la ciudad en la que pasaste la mayor parte de tu vida a la que te aferras con todo tu corazón, sino también abandonar todas tus propiedades.

Pero cuando empezó la guerra, Sofía y su familia intentaron irse. Sorprendentemente, recuerda con calma cómo llegaron a la estación, arriesgando sus vidas. Pero el caos en los andenes de la estación abarrotados de mujeres nerviosas con niños asustó a Sofía. Los pensamientos sobre los crímenes de los rusos han generado dudas sobre la seguridad para salir de la ciudad: «Tengo mucho miedo de que puedan bombardear la estación, son imprevisibles. Pues de todos los lugares estratégicos, solo ha quedado la estación”.

Así que decidieron quedarse. Los primeros días ella no pudo dormir, pero ahora el cuerpo de Sofía parece haberse adaptado a la nueva realidad: poder descansar un poco por la noche. «Ni siquiera necesito un despertador», dice Sofía. «De todos modos me despierto muy temprano de los disparos».

Los familiares y las tareas del hogar le ayudan a sobrellevar el estrés.

«Aquí tenemos una guerra, bombardeos, pero ayer hice tortitas, y antes de ayer los crepes. Para algunos puede ser extraño: en la guerra, tienes que comer pan y permanecer en el sótano, pero lo de encontrar la fuerza para hacer otras cosas crea la ilusión de que todo está bien, que hay vida y tranquilidad.

Sofía ya está imaginando la vida después de la guerra: “Creo que todos trabajaremos para mantener a nuestras familias y dedicar nuestro tiempo libre y energía a la reconstrucción de nuestra ciudad. Mi sueño es que el sábado, cuando termine la semana laboral, todos vayan a reconstruir Kharkiv. Estoy segura de que así será, porque toda la gente que conozco ya está esperando poner manos a la obra».

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