Antón Malynovskyi tiene 26 años, es empresario y profesor. En tiempos de paz vivía con su familia en la orilla izquierda de Kyiv. Al empezar la guerra se trasladó a la orilla derecha. Ahora está en un pueblo llamado Markhalivka que está situado a unos 10 kilómetros de Kyiv. Se ha trasladado allí porque si vuelan los puentes (y durante la guerra eso puede suceder) no será posible cruzar el río Dnipro. Es decir, será imposible sacar a sus padres de la ciudad. Además, piensa que la defensa de Kyiv tiene más sentido en la orilla derecha. Aquí está concentrada la mayoría de las organizaciones voluntarias.
Su mujer y su hija fueron a Suecia a través del territorio de Polonia ya al segundo día de la guerra. Él se quedó sirviendo en defensa territorial de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Ellos defienden del enemigo la ciudad y la infraestructura, buscan los saboteadores etc.
“Cuando mi hija y mi mujer se fueron de Kyiv sentí el alivio que sustituyó al temor fuerte y al presentimiento de algo horrible. Sentí más energía junto con una furia y optimismo. Desde aquel momento no cambió mucho, lo único es que siento un poco más de cansancio”.
“En lo que toca a mí, la cosa es que nací como un hombre, un ucraniano, y a mi tierra llegaron del norte los cojudos y cabrones. Es mi deber ante mi país, mi familia, mí mismo – estar aquí y hacer todo lo posible para nuestra victoria”.
Los dos primeros días Antón cavaba las trincheras, hacía blindajes y refugios en Markhalivka. Ahora está trabajando más en la ciudad, ayudando a varios centros de voluntarios de la capital a encontrar los equipamientos para los soldados, haciendo trámites de organización, coordinando el trabajo de una empresa ucraniana suministradora de agua, para que las personas y organizaciones la obtengan gratuitamente. Dice que cuando al segundo día de la guerra llegó para alistarse en el destacamento de defensa territorial no había puestos libres.
“Me levanto cada día a las 6.30, me arreglo, echo una ojeada a las noticias nocturnas, escribo a mi mujer y a mi hija, me llevo la comida y salgo fuera. Todo el día estoy conduciendo. Si es necesario llevar 500 litros de agua al centro perinatal de los niños – lo hago. Si hace falta pagar y llevar al centro distributivo 1000 mudas de ropa térmica interior – lo hago”.
Antón dice que su mayor temor es el ataque nuclear. “En todo lo demás saldremos adelante sin problema – ya estamos venciendo y apuesto 100 % que venceremos la guerra”. Los próximos días y hasta la misma victoria Antón planea estar en Kyiv y ayudar: “Y después también quiero seguir aquí, pero además quiero ser un testigo feliz de recuperación y formación de nuestra nación ucraniana y nuestro país después de la guerra de liberación. Será una experiencia fantástica. Yo planeo recuperar mi negocio y mis propios proyectos. Algunos de ellos tengo que cerrar (otros ya están cerrados) para siempre. Pues, voy a crear los nuevos. Yo tengo planes de seguir viviendo y hacer una contribución a la economía de Ucrania”.
Ahora nuestro ejército y defensas territoriales están defendiendo con éxito la ciudad y la región. “Estoy orgulloso de nuestro ejército, de las defensas territoriales y de la gente civil. Los rusos no podrán hacer nada contra nosotros”, – dice Antón.
“Sueño con que de nuevo voy a pasear por las calles de Kyiv, ver la gente relajada, sonriente, bella, la gente a quien nadie amenaza con nada. Seré sumamente feliz”.
“Nunca perdonaré a los rusos, ni siquiera después de la victoria. Personalmente yo haré todo lo posible para que tengan más pérdidas económicas y su vida empeore. Antes de que levanten sanciones, antes de que se trate de algún tipo de perdón, alguna convivencia pacífica y sin odio, los rusos tendrán que recuperar todo lo que nos quitaron. Los recursos y finanzas con ayuda de los cuales reconstruiremos nuestro país tienen que en lo posible provenir de Rusia”, – añade Antón.