Chernihiv es bombardeado todos los días. En algunos lugares no hay agua caliente, ni luz. En los suburbios hay zonas completamente arrasadas. Hay personas que sobrevivieron a dos ataques aéreos en el sótano común y corriente de su casa particular. Los ocupantes destruyen escuelas y parvularios, atacan edificios históricos. “Ayer la sirena no dejó de sonar todo el día y casi no salíamos de casa. Los que quedan van a trabajar, pero ahora la ciudad está medio vacía. La gente está esperando en la cola para recibir pan y medicamentos «, dijo Román Zakrevskyi, de 35 años, camarógrafo de UA: Suspilne Chernihiv.
Román, su esposa Yulia, su hija Vasylyna de cinco meses y su perro Archi viven en el sótano del hospital urbano. Con ellos hay 50 personas más y dos gatos.
Román se despierta alrededor de las seis: el toque de queda termina, y él pasea con Archi cerca del refugio antibombas. Si necesita algunas cosas, vaya a casa por ellas. El resto del tiempo está con la familia.
«Mi esposa tiene miedo de salir. Cocinamos y limpiamos juntos. Yo saco la basura, repongo la reserva de agua potable, organizo lugares para los acabados de llegar».
Román toma muchas fotos de personas, de la vida en Chernihiv. Graba videos para un futuro documental. «Con frecuencia me estremezco al oír explosiones cuando estoy en la calle fumando. Porque siempre son inesperadas. Para ser honesto, trato de sobrevivir y no volverme loco de los pensamientos y circunstancias que abundan en el tiempo de la guerra. Aunque siempre entiendo que para alguien es mucho más difícil que para mí».
Román dice que su familia ha tenido varias oportunidades de irse, pero se ha quedado. «Una vez no supimos en 15 minutos liar los bártulos de los cuatro al son de los GRADs e irnos a Kyiv. Sobrevivimos a aquella desesperación, hablamos. Nos pusimos de acuerdo de que nos quedaríamos en Chernihiv. Otra vez rechazamos la propuesta de un amigo, y luego: la falta de un «canal verde», las historias de las redes sociales sobre cómo se los ametralla a los civiles, sobre los combates, sobre el pánico entre la población. Además, hay algo me retiene aquí. No quiero irme. Quiero experimentar todo esto aquí, en mi tierra natal, y no enterarme de la victoria desde algún lugar en los Cárpatos. Pero a la primera oportunidad, enviaré a mis muchachas a un lugar tranquilo. En cuanto a mí, me quedaré».
Román dice que cada sonido que viene, puede ser una bala o un proyectil que lo alcance.
“Da miedo que una bomba dé a tu casa o la casa de tus padres, parientes, amigos. Da miedo escuchar que uno de tus amigos ha muerto. Da miedo ver sangre. Da miedo filmar las consecuencias de la guerra. Da miedo salir de la ciudad. Da miedo simplemente caminar por la calle. Da miedo hacer algo que ayude al enemigo a ganar hoy o a quitarle la vida a otra persona. Da miedo pensar que esto nunca terminará. Da tanto miedo que ni siquiera notas todos esos miedos».
La hija con la esposa, la rutina y una cámara, y también la fe en la victoria: eso es lo que ayuda a Román a pasar por esta experiencia. Sueña con sobrevivir, cada día acercándo la victoria. «Mi esposa y yo hemos hablado sobre un sueño: cuando salgamos de nuestro búnker, volveremos a casa, beberemos una botella de champán que ella guarda como una reserva, nos pondremos la ropa más hermosa y los cuatro saldremos hermosos a dar un paseo por la ciudad, para ver cómo es, reunirnos con los amigos, abrazarlos, almorzar algo delicioso y luego tomar el tren e ir con amigos a los Cárpatos por un mes.