Desde hace varios días, la empresaria Tetiana, de 43 años, no ha salido a la calle. En su Kherson natal hay guerra desde hace una semana y para salvar las vidas de los ciudadanos se les prohibió abandonar las casas.

La ciudad está llena de tropas rusas. Disparan a todos a quienes encuentran, roban tiendas de comestibles e intimidan a los ciudadanos.

Telefoneé a Tetiana el 1 de marzo a eso de las 4 p. m. Hablamos al son de los disparos. Tetiana vive con su hija de 13 años en la planta baja de un edificio alto. Siempre están listos para correr al sótano. Pero el refugio está repleto de gente, así que van allí solo cuando hay muchas explosiones.

Tatiana se enteró de la guerra de la TV y sus conocidos. Las tropas rusas de Crimea ocupada por Rusia en 2014 ingresaron a las ciudades vecinas.

«Disparaban desde ambos lados de una manera horrible. Los rusos quemaban juncos y disparaban GRADs (lanzacohetes múltiples) contra las aldeas vecinas. La gente se quedó sin hogares. Cuando [las tropas rusas] entraron en la ciudad, comenzaron a saquear tiendas. Desde entonces los lugareños y voluntarios no han podido entrar ni salir. Estamos bloqueados”, dice Tetiana.

En la zona donde vive mi interlocutora, los supermercados están cerrados. Delante de una pequeña tienda hay una cola de 300 personas. No se puede pagar con tarjeta. Hay colas de 200 personas para utilizar cajeros automáticos. Las gasolineras están cerradas, no hay gasolina. Es imposible salir de la ciudad. Da miedo salir a la calle. Pero Tetiana y su hija tienen una pequeña provisión de alimentos.

«El 1 de marzo, era imposible salir, hubo tantos tiroteos. Le disparaban a todo. Hubo sonidos sordos, ráfagas de fusiles automáticos y ametralladoras, todo lo que era posible. Ya he comenzado a entender de esta técnica”, dice Tetiana apresuradamente, y en este momento afuera se escuchan disparos.

La mujer dice que la guerra lo cambió todo. Aunque todavía no cree que esto le esté pasando a ella. Tetiana no se considera alarmista, y trata de mantener la calma por el bien de su hija. Además, tiene una madre anciana que se quedó sola en la casa de campo sin dinero ni comida. Los vecinos le ayudan a sobrevivir.

«Tengo la impresión de que la vida se ha parado. No quiero nada en absoluto. Solo que todo se termine, – dice Tetiana. «Ahora todos son completamente iguales: todos se ayudan entre sí, algunos, a los niños, algunos, a los ancianos, otros, a los animales».

Tetiana no tiene planes para el día que viene. Dice que el mañana no existe más. Todos los días se despierta preguntándose si está viva y cree que el ejército ucraniano defenderá la ciudad.